Las cifras hablan por sí solas. Según el II informe sobre Amaxofobia del Instituto de Seguridad Vial de la Fundación Mapfre, el 33% de la población española (8.5 millones de personas) tienen miedo a conducir bajo ciertas condiciones, y un 6% (1.5 millones de personas) dejan de conducir debido al miedo.
El miedo es una emoción primaria y por tanto, necesaria. Lo necesitamos en nuestras vidas para poder guiarnos. Nos protege del peligro y así posibilita nuestra supervivencia. Si vemos un oso, se activa nuestro miedo, que nos lleva a protegernos y así conseguimos salvarnos. Pero qué ¿pasa cuando el miedo se activa por un estímulo no potencialmente peligroso?
¿Qué es?
Denominamos amaxofobia al miedo a conducir. Los síntomas principales son: nerviosismo, taquicardia y palpitaciones, dolor de estómago, mareos, temblores, sudoración en las manos, falta de aire, entumecimiento de extremidades, dolores musculares… También puede dar lugar a insomnio o pesadillas anteriores y posteriores al viaje, disminución o aumento del apetito, visualizaciones intrusivas de posibles peligros, sensación de alerta permanente… Puede llegar a afectar profundamente la seguridad personal y la autoestima.
La amaxofobia se origina fundamentalmente por:
- Haber tenido una experiencia traumática previa (accidente u otro problema durante la conducción, p.ej. atraco) o que la haya tenido alguien cercano.
- Sufrir estrés en otras áreas vitales, que se refleja en la conducción.
- Como parte de otro trastorno (hipocondría, agorafobia, etc).
- Falta de experiencia: personas que no han conducido desde hace muchos años o que ha tenido una trayectoria de conducción breve.
Así como los tres primeros grupos mantienen la habilidad de conducción intacta, en el cuarto grupo puede haber falta de destreza en la ejecución, lo que hace que aumente la inseguridad. En este caso podría ser recomendable un reciclaje extra con clases en autoescuela.
¿Cómo funciona?
Preocuparse etimológicamente significa “antes de ocuparse”. Los miedos patológicos (fobias, ansiedad, etc.) no existirían si no nos anticipáramos al futuro. Es importante diferenciar el miedo del pánico. El miedo se activa en el cuerpo (a través de lo que percibimos y lo que sentimos), pero el pánico se activa en nuestra mente, sobre todo cuando intentamos controlar lo que percibimos y sentimos. Es justamente en este intento de tranquilizarnos cuando aumentamos el miedo, ya que el pánico tiene un funcionamiento paradójico. Cada vez que nos proyectamos al futuro (pensando lo mal que lo pasaré cuando me suba al coche), estamos retroalimentando el miedo.
¿Qué no hacer?
Los intentos de solución que se ponen en marcha para reducir el miedo a conducir son justamente lo que mantiene el problema. Es importante tenerlos claros para no utilizarlos:
- Prever incertidumbres de la conducción o anticipar miedos para ir supuestamente preparado.
- Controlar los pensamientos (p.ej. intentando no pensar) y las reacciones fisiológicas (p.ej. intentar tranquilizarse auto-observándose constantemente).
- Evitar las situaciones temidas.
- Utilizar ayuda de otras personas o ayuda farmacológica: confirman tácitamente la supuesta incapacidad.
- Google. Buscar información constantemente para tranquilizarse.
- Hablar monotemáticamente con otras personas sobre el problema.
¿Qué hacer?
La amaxofobia debe abordarse de forma específica según cuál sea su origen. A grandes rasgos hay que atender tres niveles: los pensamientos anticipatorios, la gestión emocional durante la conducción y la planificación de un buen enfrentamiento gradual. Algunos tips que pueden ayudar:
- Ten siempre presente: la amaxofobia es superable.
- Visualiza cómo será tu vida cuando conduzcas tu coche y seas autónomo: ¿cómo cambiaría tu día a día? ¿Qué oportunidades se abrirían?
- Ten claro todo lo que NO ayuda, será la mejor manera de no caer en las trampas de siempre.
- Estudia cuáles son tus creencias asociadas a la conducción y qué mensajes te das a ti mismo.
- Acepta las reacciones que puedan surgir, forman parte de tu proceso de recuperación. De la misma manera que la primera vez que uno se sienta en el coche de autoescuela y no se preocupa por estar nervioso porque sabe que acabará remitiendo, ahora también.
- Gradúa tus miedos. Haz una lista con las cosas que te asustan, de menos a más, y empieza por la menos amenazante. Crea objetivos muy pequeños e impleméntalos poco a poco. Las distancias deberán también ir aumentándose progresivamente.
- Reorganiza tus tiempos: Dedica 20 minutos al día a enfrentarte a tus peores miedos, dales rienda suelta reviviéndolos por un tiempo controlado por ti, es una manera de romper el bucle de la evitación. Fuera de ese tiempo, aplaza las preocupaciones a la hora que te hayas pronosticado para hacerlo.
- Al volante, pon atención a tu postura. Aunque te parezca irreal, trata de conducir “como si” estuvieras muy relajado: baja hombros, relaja el cuello, apóyate bien en asiento, coge el volante con suavidad… una postura física agarrotada da señales al cerebro de tiene que hiperactivarse.
- En los momentos más complicados y siempre que sea posible, practica técnicas de distracción controlada: p.ej. cuenta los números de las matrículas de delante, canta canciones de la radio, escucha podcasts, atiende el cuentakilómetros y mantente siempre en una velocidad impar, mantén conversaciones en voz alta como si estuvieras con alguien y responde a lo que supuestamente te preguntaría, etc.
- Cambia el setting para tener sensaciones nuevas: pon un nuevo ambientador, una funda en el volante o el asiento, coloca un adorno que simbólicamente apele a tu coraje, etc.
- Repite y repite: somos animales de costumbres, para que algo se convierta en un hábito debemos hacerlo muchas veces. Sólo así se convertirá en una habilidad automática.
- En el caso de que veas que la situación te sobrepasa, consulta con un psicoterapeuta. También es importante que conozcas que se están desarrollando cada vez más softwares de realidad virtual para el tratamiento de la amaxofobia. Se establecen simulaciones realistas 360º mientras se miden índices biométricos relacionados con la ansiedad y se regulan los escenarios temidos de forma progresiva.
Signos de buen pronóstico
- Que te guste conducir.
- Que necesites conducir.
- Que tengas buenas habilidades de afrontamiento fuera de la carretera.