Se dice popularmente que dar a luz es el único dolor que vale la pena sufrir. Pero… ¿qué pasa cuando el dolor se convierte en terror? ¿Qué hacer cuando en vez de crecer dentro de ti un bebé, crece el pánico a tenerlo?
¿Qué es?
Tocofobia es un término que proviene del griego “tokos” (nacimiento) y “phobos” (miedo) que hace referencia a un miedo patológico, irracional y persistente al embarazo o al parto. También se conoce como parturifobia, maieusifobia o locquiofobia. Si bien, tal y como estima un reciente estudio, 4 de cada 5 mujeres tiene temores relacionados con la gestación, en el caso de la tocofobia es un pánico visceral, llegando a sentir ansiedad sólo con hablar del tema o ver una embarazada, o incluso esterilizarse a pesar del deseo de ser madre o inclinarse por la adopción.
Hay toda una serie de miedos asociados a la gestación: rechazo ante la idea de notar crecer un bebé en su interior, miedo a perder el control del cuerpo o los cambios físicos, a una recuperación postparto lenta, miedo a hospitales o procedimientos médicos, a la muerte propia o del bebé en el parto, a que el niño nazca con alguna enfermedad o malformación, al cambio de rol que supone la maternidad, etc.
El momento más temido suele ser sin duda, el parto. Curiosamente, la tocofobia es un problema en aumento, a pesar de que cada vez hay menos muertes en el momento de dar a luz, debido a los avances médicos. Un reciente estudio calcula que hasta un 14% de las mujeres en todo el mundo podría padecer tocofobia.
La sintomatología es principalmente de tipo ansioso (taquicardia, mareos, temblores…) y depresivo, pero también en ocasiones es de tipo obsesivo. La mujer se obsesiona con la posibilidad de quedarse embarazada llegando a utilizar varios anticonceptivos a la vez (píldora+DIU+preservativos, p.ej.) o directamente evitando las relaciones sexuales. Muchas veces también puede bloquearse la posibilidad de conocer a alguien para evitar la relación de pareja. Muchos casos que aparentemente se catalogarían como vaginismo o como aversión al sexo, son realmente casos de tocofobia. También algunos hombres podrían experimentar síntomas de tocofobia manifestados por una disfunción eréctil.
La tocofobia es más habitual en mujeres jóvenes (entre 16 y 24 años) y es más frecuente si se han sufrido otros trastornos de ansiedad previos.
Tipos y causas
Existen dos tipos de tocofobia:
- Primaria: Cuando la mujer nunca ha tenido hijos antes. Aparece antes del embarazo, normalmente en la adolescencia. Entre las principales causas encontramos:
- Haber escuchado historias negativas de otras mujeres o haber recibido informaciones distorsionadas, p.ej. datos poco realistas, vídeos…
- Haber sufrido abuso sexual. Está relacionado con la pérdida de control.
- Tener otros trastornos psicológicos o fobias específicas (p.ej. a la sangre o a las agujas).
- Secundaria: Cuando la mujer ha sido madre previamente y ha tenido una experiencia traumática relacionada con el embarazo, parto o posparto, que teme que se repita. Este tipo de tocofobia sería equiparable al Trastorno por Estrés Postraumático.
Consecuencias
Una mujer con tocofobia puede vivir sin ningún tipo de problema si no desea ser madre. El problema empieza cuando plantea ese deseo. Algunas de las posibles repercusiones serían:
- Impacto negativo en la relación de pareja o en la vida amorosa y sexual de la mujer.
- Sentimientos de temor, culpa, inadecuación, incapacidad…
- Renunciar a ser madre biológica o plantear la adopción.
- Afectación de la autoestima. Depresión.
- Repercusión en los hijos -si los hubiese- o en el recién nacido. Se puede debilitar el vínculo.
En caso de embarazo:
- Aumento de patología física y psicológica durante el embarazo.
- Solicitan cesárea programada de antemano.
- Aumento de probabilidad de depresión postparto.
- Aumenta probabilidad de aborto voluntario o de esterilización tras el parto.
¿Qué hacer?
- Antes que nada, romper tabús: lo que puede ser la experiencia más maravillosa para una persona no tiene por qué serlo para otra. Plantearse si realmente se desea tener hijos o el miedo debe a la presión social por tenerlos cuando realmente no se desean.
- Calibrar la dimensión del miedo: a veces el entorno de la mujer minimiza esta emoción, tachándola de quejosa o no viéndolo como un problema real. Esto puede incrementar la fobia.
- El miedo como una emoción básica. El objetivo no es no sentirlo, sino entenderlo y minimizar sus consecuencias.
- Reforzar el papel activo de la mujer. Potenciar el “parto respetado” (plan de parto con opciones elegidas por la mujer) y aclarar conceptos técnicos para reducir el miedo.
- Prevenir la “infoxicación”, es decir, no intoxicarse buscando información por todos lados. Elegir un profesional de referencia que pueda responder las dudas (ginecólogo, comadrona, doula…).
- Si el problema desborda emocionalmente se recomienda la ayuda de un psicoterapeuta: Es importante separar los diferentes miedos si los hay y abordar cada uno de ellos, resolver conflictos internos, reducir la hiperactivación (técnicas de relajación, respiración, sofrología…), aprender técnicas de exposición progresiva a estímulos amenazantes, educación sexual o psicoeducación para la crianza…