“Es la muerte la falta de instrumentos del alma por los cuales se prolonga la vida”.
Juan Luís Vives
Más de 800.000 personas se suicidan al año en el mundo. Se estima que cada 40 segundos, alguien lo consuma. La mortalidad por este motivo es superior a la de las guerras o los homicidios.
En España, el suicidio es la principal causa externa de mortalidad, triplicando las muertes por accidente de tráfico. Cada día se suicidan 10 personas en este país.
Las cifras hablan por sí solas, sin embargo, quizá incluso más preocupante es el hecho de que, por cada persona que se suicida, 20 lo intentan. Si además, tenemos en cuenta que cada suicidio afecta íntima y profundamente a al menos 6 personas, podremos entender la magnitud de este problema tan amplio como devastador.
¿Quién?
Tres de cada cuatro personas que se suicidan son hombres. La mayoría de ellos están entre 55 y 65 años, aunque hay un alarmante incremento entre los 15 y 25 años. La pobreza, desempleo y el bajo nivel educativo se asocian a un aumento de probabilidades de suicidio. No hay diferencias apreciables en cuanto a etnias.
¿Factores de riesgo?
- Trastornos mentales (depresión, trastorno bipolar, trastornos psicóticos, trastornos de personalidad, trastornos de ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria).
- Abuso de alcohol o drogas.
- Intentos de suicidio previos o ideación suicida.
- Antecedentes familiares de suicidio o violencia.
- Antecedentes de abuso sexual en la infancia.
- Padecer una enfermedad física grave.
- Tendencias impulsivas o agresivas.
- Desesperanza, pensamiento todo-nada y rigidez mental.
¿Qué puede precipitarlo?
Situaciones estresantes como:
- Pérdidas personales: divorcios, muertes…
- Vivir un hecho traumático: abuso, acoso, violencia…
- Perdidas económicas: pérdida de dinero o del trabajo.
- Problemas legales.
- Problemas interpersonales: conflictos importantes en relaciones.
- Tener accesibles medios o métodos de suicidio (armas, medicamentos…).
- El agravamiento de cualquiera de los factores de riesgo comentados.
¿Qué factores protegen?
Es importante conocerlos para poder prevenir. Básicamente de dos tipos:
- Individuales: habilidades para resolver problemas, para relacionarse y para ser flexible, confiar en uno mismo y tener autoestima, tener creencias culturales y religiosas que desaprueben el suicidio, autocontrol emocional, tener cuidado de la propia salud mental y física, temor al dolor y a las conductas de riesgo, ser una persona optimista y tener alta resiliencia, etc.
- Sociales: Tener apoyo familiar y social de calidad, tener acceso a servicios de atención clínica y búsqueda de ayuda, ambiente estable, estar integrado y participar socialmente, tener creencias y/o prácticas religiosas, espirituales o valores éticos, sentir una identidad cultural, etc.
Algunos falsos mitos
- “Todos los suicidas se quieren morir” (la gran mayoría quiere dejar de sufrir, no de vivir, no es lo mismo).
- “El que se quiere matar, no lo dice” (de cada 10 personas, 9 manifiestan su intención).
- “El que lo dice, no lo hace” (hace que una petición de ayuda se entienda como una manipulación y no deja opción a la ayuda).
- “Hablar sobre el suicidio puede incitar a la persona a hacerlo” (está demostrado que hablar del suicidio reduce la probabilidad de cometerlo).
- “Todo suicida es un enfermo mental” (las personas con enfermedad mental se suicidan más frecuentemente que la población general pero no todos los suicidas tienen una enfermedad mental).
- “El que intenta suicidarse es un cobarde” o “el que intenta suicidarse es un valiente”. Los atributos personales no se cuantifican por las acciones que uno hace para quitarse la vida o respetarla. También puede llevar a incitar a la persona).
- “Si de verdad se hubiera querido suicidar, lo hubiera conseguido” (el método elegido para morir no refleja los deseos de morir, tiene que ver con cuestiones culturales).
- “La persona que se repone de una crisis suicida no corre peligro en el futuro” (casi la mitad de quienes consuman el suicidio lo hicieron tras los tres primeros meses tras la crisis inicial, cuando ya todos pensaban que había pasado el peligro”.
- “El suicidio ocurre por impulsos” (esta creencia limita las acciones preventivas. En realidad, las personas antes de suicidarse evidencian unas señales de alerta, el denominado “síndome presuicidal”).
Algunas señales de alerta
- Habla o escribe sobre la muerte, dañarse o matarse, incluso especifica un plan.
- Busca medios para suicidarse.
- Aislamiento, pérdida de interés hacia el entorno, actividades, etc.
- Reducción de la agresividad (la reserva hacia sí mismo) o incluso inesperado buen humor.
- Conductas que implica un riesgo innecesario o irresponsable.
- Abuso de alcohol o drogas.
- Cambios en el sueño (duerme mucho o muy poco).
- Se desprende de posesiones o se despide de personas.
¿Qué hacer?
Si detectamos las señales de alerta en alguien cercano:
- Estate atento y preparado para actuar por su seguridad.
- No temas hablar del tema: Muéstrate disponible, escucha sus sentimientos sin juzgarlos, exprésale que existe ayuda disponible, que las crisis son transitorias, evita reprimendas, chantajes o banalizar sus problemas.
- Conserva la calma.
- No le dejes solo y limita el acceso a cualquier método de suicidio.
- Valora el riesgo: si tiene un plan y sabe cómo hacerlo, llama al 061 o 112 o acompáñalo a un servicio de urgencias.
- Habla con otras personas que lo conozcan y averigua si también creen que podría suicidarse. Intentad coordinaos.
- Ofrécete a ayudar en tareas prácticas.
- Pídele que se comprometa a no callar su malestar y a comunicarlo contigo o con quien él decida, si aparecen las ideas suicidas.
- Indícale dónde pedir ayuda: servicios de salud mental, servicios sociales, servicios de ayuda on-line y telefónica, orientadores escolares/educadores, servicios religiosos…. Traza también un plan de emergencia.
- Mantente involucrado, persevera. Los pensamientos suicidas no desaparecen fácilmente.
- Cuídate: Ayudar a alguien en esta situación puede resultar muy estresante.