El objetivo principal de los cuidados paliativos es el alivio del sufrimiento de la persona a nivel global, es decir, a nivel físico, psicológico, social y espiritual. Para ello, es fundamental potenciar los recursos de afrontamiento del paciente de modo que no se vea sobrepasado por las circunstancias, y así favorecer su capacidad de control.
La resiliencia se definiría como la capacidad para sobreponerse a las situaciones adversas, por lo que es un elemento protector frente al sufrimiento. Es una capacidad entrenable.
La espiritualidad, en el contexto de los cuidados paliativos, no tiene porqué tener relación con la experiencia religiosa, sino que trata el sentido de la existencia en el ser humano, aspecto fundamental en el final de la vida en tres facetas: con uno mismo (intrapersonal), con los demás (interpersonal) y con lo que trasciende a uno mismo (transpersonal). Se ha demostrado que abordar la espiritualidad favorece la salud y el bienestar emocional, identificándose con un mayor control sintomático y niveles más bajos de ansiedad y depresión.
Investigaciones recientes apuntan a que abordar la dimensión intrapersonal es la más importante de las tres en el final de la vida. La ayuda psicológica puede facilitar el proceso de búsqueda personal para encontrar el propio sentido de la vida y también del sufrimiento, revisando la biografía personal y creando un legado para los allegados. Las dimensiones interpersonal y transpersonal también tienen una relación directa con la resiliencia, por lo que cuanto más fortalecidas están, más resiliente se sentirá la persona. El ser humano necesita conectarse con los demás y ante el miedo a lo desconocido, la trascendencia (pertenecer a una realidad superior, conectar con la naturaleza o con el propio interior, etc.) puede resultar un alivio.
También se ha demostrado que ni la edad ni la situación personal ni funcional del paciente tienen que ver con la capacidad de resiliencia, pero sí tiene que ver con el nivel cultural. A más nivel cultural y conocimientos, más resiliencia. Respecto a la espiritualidad, tener un nivel cultural alto y tener pareja estable son factores que favorecen el bienestar espiritual. Sin embargo, ni la edad ni la situación funcional del paciente están relacionadas con los niveles espirituales, por lo que el apoyo social y las relaciones sociales podrían repercutir favorablemente en el bienestar espiritual.