El año 2020 ha sido un año particularmente difícil que se cierra con un elevado número de fallecidos. Las personas que se quedan, no siempre se sienten bien acogidas en su proceso de duelo debido a las respuestas de quienes les rodean. No siempre es fácil acompañar a alguien en el proceso de duelo, entre otras cosas porque la muerte continúa siendo mayoritariamente un tema tabú, por lo que no tenemos una educación emocional desarrollada para manejarla. Veamos qué es útil y qué no para relacionarnos con el doliente.
Cosas que no se deben hacer:
- No le digas a la persona en duelo lo que tiene que hacer. Hace que se sienta incapaz y dependiente.
- No hagas muestras de ayuda genéricas (“si necesitas algo me llamas”) ya que la persona nunca recurrirá a ti. Haz propuestas concretas de ayuda de la vida cotidiana (“si necesitas que lleve a los niños al cole hoy, avísame”).
- No digas “el tiempo lo cura todo”. La ausencia nunca se cura de todo. Por otro lado, el trabajo de duelo es un proceso más activo, no algo pasivo de o que sólo se tenga que esperar.
- No digas “sé cómo te sientes”. No des por supuesto que conoces cómo se siente, cada persona vive el dolor de una forma concreta: pregunta.
- No utilices lugares comunes: Hará que la persona no se sienta escuchada ni comprendida o entenderá que se habla por hablar.
- No fuerces los tiempos (p.ej. deshaciéndose de todas las cosas del difunto), intentando que supere el duelo cuanto antes. Cada persona tiene sus propios tiempos.
Cosas que sí se deben hacer:
- Permite que la persona se comunique, ábrele posibilidades: “He pensado en ti, ¿cómo estás hoy?”.
- Escucha un 80%, habla un 20%.
- “Estar ahí” significa ser auténtico y cuidar.
- Anticipa momentos difíciles en el futuro.
- Háblale de tus propias pérdidas y de cómo te adaptaste a ellas.
- Mantén un contacto físico adecuado.
- Sé paciente y ofrece continuidad a la persona.