“Después de la tempestad viene la calma”, se dice, pero para llegar a ella es importante hacer ajustes y aprender a adaptarnos a una nueva realidad.
La necesidad de atender la salud mental
La crisis sanitaria ha cambiado nuestros hábitos y nuestra forma de vivir de manera radical. El ser humano necesita que el mundo sea relativamente previsible para sentirse seguro. La incertidumbre nos asusta y genera malestar, y más cuando está en permanente cambio. Para poder enfrentarnos, necesitamos adaptación.
La pandemia del COVID-19 tiene varias dimensiones:
- La primera ola de la crisis afectó a la salud física.
- La segunda a la economía.
- Y ahora viene la tercera ola, la relativa a la salud mental, que tiene que ver con el reajuste de todo lo ocurrido.
Una vez el número de contagios está controlado y la economía empieza a repuntar, es fundamental atender a las consecuencias que estos impactos a nivel emocional y poder reconstruirlas.
Consecuencias de la crisis
La devastación de la crisis tiene diversas repercusiones a nivel psicológico:
- Ansiedad, estrés, insomnio y depresión en respuesta a la privación por el confinamiento o sus implicaciones (ERTES, dificultades del teletrabajo, limitación de desplazamiento, problemas intrafamiliares derivados…).
- Duelo: Muchos miles de familias han quedado rotas por la pérdida de un ser querido debido al COVID-19. Estos duelos tienen dificultades añadidas respecto a los duelos convencionales: impotencia por no poder acompañar al familiar en la fase final de la enfermedad, imposibilidad de funeral, aislamiento físico o limitaciones en el contacto del doliente con familiares y amigos tras la pérdida debido al confinamiento, etc.
- “Síndrome de la cabaña”: A medida que fue avanzando el desconfinamiento progresivo se detectó cada vez en más personas miedo a salir de casa por temor al contagio. Es un efecto de adaptación a la reducción de libertades en el que la persona limita su zona de seguridad únicamente al espacio del confinamiento. Es necesario hacer una apertura progresiva de los límites y crear una nueva forma de adaptación para poder normalizar el día a día de la persona. Es un síndrome que también se detectado antes en personas secuestradas, encarceladas u hospitalizadas durante mucho tiempo.
- Hipocondría y pensamientos negativos obsesivos.
- Agravamiento de psicopatología previa.
Las bases de la adaptación
Durante la crisis hemos perdido muchas libertades. La palabra “crisis”, proviene del griego, y significa “decisión”. Tras un periodo de inestabilidad es importante tomar decisiones (internas y externas) que posibiliten una nueva forma de vida, adaptarse a la nueva realidad. Las decisiones generan empoderamiento: ¿en qué quieres convertirte cuando todo esto termine?
Existen 3 conceptos fundamentales en relación a la adaptación:
- La capacidad de resiliencia es la capacidad de hacer frente a la adversidad, capacidad inherente al ser humano. Tiene como objetivo el tránsito de una manera de vivir a otra, a partir de la creación de un nuevo sentido. La flexibilidad psicológica es fundamental. Viktor Frankl es sin duda uno de los grandes exponentes de este concepto.
- El concepto hardiness (o “personalidad resistente”) de Kobasa. Implica un estilo de afrontamiento de los problemas (afrontamiento transformacional) que se caracteriza por la capacidad para influir sobre los acontecimientos externos a partir del compromiso y la implicación hacia metas, reforzando la relación con los demás. Entienden el cambio como un desafío y no como una amenaza. Modifican las percepciones que tienen de los acontecimientos estresantes para hacerlos más manejables.
- El sentido de coherencia. Término definido por Antonovsky que se refiere al intento de la persona a pensar que su entorno es comprensible, que tiene sentido y que puede intervenir en él.
10 consejos para llevarlo a la práctica
- Toma medidas de seguridad realistas. Sin negar la realidad ni exagerando (la hiperprotección puede llevar a hipocondría).
- Exponte gradualmente a lo que angustie, te hará ganar control de la situación.
- Practica la flexibilidad. Huye de el pensamiento dicotómico (blanco/negro) y observa que hay muchas formas diferentes de hacer las cosas y de vivir. Ábrete a nuevas opciones.
- Explota tus recursos y capacidades. ¿Cuáles son tus puntos fuertes? ¿Qué te ha ayudado a afrontar los problemas hasta ahora?
- Ves al día. En un mundo donde las demandas son cambiantes constantemente es importante poder enraizar con lo que es posible hoy, y lucharlo.
- Cultiva tus actitudes prosociales (agradecimiento, empatía, colaboración…). La crisis nos afecta a todos, potenciar la conciencia social te ayudará a estar más comprometido con tu proyecto de nueva normalidad y a comprender mejor la situación.
- Prioriza. ¿Qué es lo realmente importante?
- Haz balance de la crisis. ¿En qué me ha ayudado todo esto? ¿Qué aprendizajes puedo extraer?
- Disfruta de lo que sí es posible hacer.
- Busca ayuda en lo que te supere. Recuerda que el objetivo no es necesitar nada ni nadie, sino trabajar por tu autonomía, y para eso también los demás forman parte.