Dejar atrás las vacaciones y reincorporarnos a la vida laboral es un proceso que requiere una adaptación. Muchas personas manifiestan toda una serie de síntomas que se han englobado bajo la etiqueta de síndrome o depresión postvacacional, que tiene que ver con el tránsito de una realidad a otra. Se estima que un 30% de los trabajadores pueden padecerlo.
Los principales síntomas que pueden aparecer son:
- Ansiedad.
- Insomnio.
- Falta de concentración.
- Problemas de memoria.
- Somatizaciones: malestar estomacal, dolor de espalda, dolor de cabeza, etc.
- Falta de apetito.
- Agotamiento.
- Desmotivación o apatía.
Suele afectar más a trabajadores que:
- Tienen baja tolerancia a la frustración.
- Desmotivados profesionalmente.
- Obsesivos o hipercontroladores.
- Poco resilientes o con escasas habilidades de afrontamiento.
- Que se incorporan tras un periodo largo sin trabajar.
- Que regresan a un entorno laboral difícil u hostil (mobbing).
Algunas recomendaciones que pueden ayudar:
- Vuelve de tus vacaciones unos días antes de reincorporarte al trabajo. Tener ese impass intermedio puede ayudar a situarte mentalmente.
- Incorpórate progresivamente a tus funciones. No pases de 0 a 100.
- Planifica y organiza en tu agenda las principales tareas que tengas pendientes. Diferencia lo urgente de lo importante.
- Atiende a tus creencias de base, ya que los pensamientos llevan a estados de ánimo diferentes. Si entiendes la vuelta al trabajo como una tortura, se despertarán únicamente emociones negativas.
- Busca espacios de desconexión y de ocio en tu día a día, no los relegues únicamente al fin de semana.
- Cuídate: regula tu sueño, mantén una dieta equilibrada, abandona hábitos tóxicos, practica ejercicio físico…
- Relaciónate. Entrar en conexión emocional con amigos y familiares es un potente regulador emocional.
- Motívate: Crea nuevos retos, no sólo profesionalmente sino también personalmente. ¿Qué novedades te gustaría incorporar en esta nueva etapa?