Para muchas personas, escuchar voces es sinónimo de esquizofrenia o de trastorno mental grave, sin embargo, cada vez más investigaciones en salud mental descartan esta asociación. Escuchar voces es una experiencia común en personas mentalmente sanas y no tiene por qué llevar a psicopatología.
Se estima que entre un 5-13% de los adultos escuchan voces en algún momento de sus vidas. Las circunstancias que las producen pueden ser muy variadas: duelo, trauma, angustia, experiencias espirituales, privación sensorial, etc.
De hecho, la experiencia de escuchar voces no es la misma para todas las personas. Por ejemplo, puede ser una o varias, venir de dentro o de fuera, escucharse en un lugar concreto o experimentarse asociadas con sensaciones físicas (voces corporales), etc. Por otro lado, no para todas las personas las voces son negativas, también pueden dar mensajes alentadores y de apoyo, produciendo sensaciones de bienestar o de paz interior.
Uno de los organismos más destacados respecto a la escucha de voces es el internacional “Intervoice” o su homólogo español “Entre voces”. Es un movimiento que pretende normalizar la escucha de voces dentro de nuestro espectro perceptivo creando redes entre los “escuchadores de voces” donde compartir información, manejar las voces angustiantes o romper el estigma asociado, entre otros. Defiende una alternativa a la sobremedicalización del sistema de salud mental, y propone la comprensión de lo que las voces representan para la persona de cara a la promoción de la salud.
Escuchar voces es una consecuencia de la complejidad del ser humano.