Aunque la trayectoria vital de una persona se inicia en el momento del parto, ya antes se acumulan toda una serie de sensaciones y experiencias intrauterinas vinculadas con la madre que tienen importancia. Tal es así que en países como China o Corea se considera que el bebé tiene un año en el momento del nacimiento.
Igual que damos importancia a la alimentación, el sueño, el ejercicio físico y otros factores durante el embarazo: ¿qué papel damos a las emociones? ¿Cómo condiciona al futuro bebé el estrés materno?
Algunas causas
Según encuestas recientes, hasta un 80% de las futuras madres presentan síntomas de estrés durante el embarazo. Vivencias hay tantas como embarazos, pero algunas de las principales causas de estrés son:
- El deseo de hacerlo todo perfecto. El modelo de maternidad está cambiando: se tienen hijos más tarde y a menudo uno sólo. Cada vez más frecuentemente se recurre a fecundación artificial, con lo que esto supone a nivel psicológico y económico. Hay una presión muy alta para que todo salga bien, como si todo “se jugara a una carta”.
- Preocupación por el desarrollo intrauterino. Si bien la amniocentesis al final del primer tercio de embarazo genera mucha angustia, esta preocupación puede alargarse durante todo el embarazo.
- Divergencia de criterios en los innumerables consejos que recibe la madre de varias fuentes.
- Cese de medicación psiquiátrica previa (ansiolíticos, antidepresivos, etc) o deshabituación tabáquica “obligada”.
- Problemas de ajuste en la pareja. Diferentes expectativas, planteamientos educativos, etc.
- Embarazo de riesgo o con dificultades.
- Situación estresante en el entorno, al margen de la gestación (p.ej. problemas económicos, familiares, falta de apoyo social, preocupación por covid, etc) o acontecimientos altamente impactantes (duelo, accidente, desastres naturales…).
- Repercusiones y encaje del nuevo modelo de vida (máxime cuando no ha sido un embarazo planificado).
¿Cómo detectarlo?
Las manifestaciones del estrés durante el embarazo pueden repercutir al plano físico, psicológico y social. Algunas señales son:
- Insomnio.
- Nerviosismo.
- Falta o exceso de apetito.
- Tristeza o ira repentinas.
- Problemas de concentración.
- Falta de motivación.
- Somatizaciones (dolores de cabeza, problemas dermatológicos, etc).
- Pensamientos negativos repetitivos.
Efectos en el embarazo
En situaciones de estrés prolongadas el organismo segrega altas concentraciones de hormonas, sobre todo catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) y cortisol. La duración excesiva de estos estados puede provocar alteraciones en el sistema inmune, la memoria, la presión arterial, la glucosa, etc y también puede influir en otras hormonas como la hormona del crecimiento o la prolactina. Todo esto puede generar consecuencias durante el embarazo, que fundamentalmente son:
- Parto prematuro (antes de la 35ª semana).
- Bajo peso al nacer.
Existen estudios que alertan sobre otras repercusiones sobre el feto, a pesar de que no hay consenso o no es concluyente:
- Niveles de desarrollo cognitivo más bajos.
- Desarrollo motor más retrasado.
- Enfermedades respiratorias (asma) o afectaciones dermatológicas en el bebé (eccema atópico).
- Actividad circulatoria.
- Aumento de riesgo de aborto espontáneo.
- Problemas emocionales y comportamentales en el bebé (problemas de atención, hiperactividad…
Consejos para mantener a raya el estrés
Las reacciones emocionales no son las mismas en todas las mujeres ni el estrés afecta por igual. Lo relevante es cómo la madre percibe la situación estresante, no la intensidad del suceso de por sí.
- Haz un cambio de enfoque en tus preocupaciones, contempla nuevas posibilidades. Como dice el dicho: “todo depende del cristal con que se mire”.
- Aprende sobre maternidad: embarazo, parto, temas educativos… te ayudará a estar mejor posicionada.
- Refuerza tus vínculos: Socialízate, comparte tiempo con otras personas fomentando relaciones de confianza. Comparte tus preocupaciones y busca ayuda si es necesario.
- Pon límites a tu autoexigencia. Recuerda que la madre perfecta no existe. Fija expectativas realistas.
- Mantén un estilo de vida saludable: descansa todo lo posible, come equilibradamente, practica ejercicio físico según recomendaciones médicas, tómate las cosas con calma, mantén horarios regulares, elimina café, alcohol, tabaco…
- Acude a clases de preparación a la maternidad. Ayudarán a reducir la angustia del parto y del postparto.
- Busca tiempo para ti y haz cosas que te resulten satisfactorias. Un baño caliente, un paseo, una película, leer…
- Entrena nuevas técnicas: Meditación, relajación, musicoterapia, mindfulness, yoga, etc. pueden ser de gran ayuda.
- Aprende a delegar. No tienes por qué ocuparte absolutamente de todo.
- Crea red: relaciónate con otras futuras mamás antes del parto (grupos en internet, clases preparto, amigas/familiares…) y después (parque, escuela infantil…). Compartir inquietudes con personas que pasan por situaciones similares puede enriquecer la propia experiencia.
- Pide ayuda en lo que sientas que no llegas.