La navidad es para muchas personas la época más bonita del año. En nuestra cultura, se asocia con la paz, la felicidad, los buenos propósitos y confraternidad, pero también con la cercanía y la reagrupación familiar. El año 2020 ha sido particularmente dramático en cuanto a cifras de mortalidad debido a la pandemia del COVID ¿Cómo manejar estas fiestas cuando se ha perdido a alguien importante? ¿Qué supone esa silla vacía en la mesa?
La otra navidad
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 44% de la población tiene una vivencia negativa de las navidades, con aparición de síntomas fundamentalmente ansiosos y depresivos. Se ha llegado a llamar “depresión blanca” o “blues de navidad” e incluye reacciones como tristeza, nostalgia, ansiedad, estrés, pérdida del apetito, insomnio, irritabilidad o falta de concentración.
También existen problemáticas y trastornos que se agudizan en estas fiestas, p.ej. los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), adicciones a las compras, fobia social, etc. Sin embargo, una de las vivencias más difíciles se dan en personas que están atravesando un proceso de duelo, sobre todo si la pérdida se ha producido recientemente. Estar rodeado de un entorno de celebración donde se supone que se debe estar contento cuando no se está, complica enormemente la situación. Ese silencio y esa falta de visibilidad del sufrimiento en estos días aún complican más estos días.
¿Cómo enfocarlo?
Aunque es probable que la idea que se repita en tu cabeza sea encerrarte en casa y esperar que todo pase cuanto antes, esta estrategia no es en realidad un alivio. La evitación no hace sino aumentar el dolor y postergar el duelo. Es importante poder construir una navidad diferente, aceptando la tristeza que comporta, e incorporando nuevas costumbres para vivir las fiestas.
Presentamos aquí algunos consejos para enfocar estas fiestas:
- Decide con tiempo cómo quieres pasar los días más señalados. Si piensas reunirte con otras personas, expresa tus expectativas y planifica cómo te gustaría que fueran ¿Nos juntaremos todos o sólo los más íntimos? ¿Adornaremos la casa? ¿Dejaremos un sitio vacío en la mesa? ¿Haremos lo de siempre o algo más sencillo?
- Pide ayuda con cosas prácticas si la necesitas, no te sientas obligado a ocuparte de todo. Los preparativos pueden llegar a ser muy estresantes: comprar regalos, cocinar, atender llamadas…
- No te sientas culpable por hacer cosas diferentes. Es importante que vivas estos días de una forma auténtica, sin sentirte forzado a nada. Olvida los “debería” y no te juzgues por tus reacciones.
- Respeta tus emociones y permítete expresarlas. Sentimientos contradictorios, sensación de desubicación, subidas y bajadas en tu estado de ánimo… permite que tenga cabida todo lo que vaya surgiendo, forma parte indispensable del proceso de duelo. Recuerda que no hay normas preestablecidas, cada persona siente a su manera.
- Anticípate: encuentra maneras de “cargar pilas” durante los días previos. Dedica tiempo a hacer aquellas actividades que te ayudan a sentirte bien: un paseo por la naturaleza, un baño caliente, técnicas de relajación, ejercicio físico, lectura…
- Homenajea a tu ser querido, crea nuevas tradiciones o rituales que honren su memoria. No tiene por qué ser algo público. Basta con encender una vela, inaugurar la comida con su canción preferida, preparar el plato que más le gustaba, escribir un pequeño texto o llevar algún objeto que te vincule a la persona fallecida.
- Tómate pequeños respiros durante las celebraciones si te sientes abrumado. Cultiva la serenidad a través del silencio, la respiración, el llanto…
- Cuidado con los excesos: alcohol, drogas, automedicación… Aunque tengas necesidad de “anestesiar” el sufrimiento, por estas vías no harás más que aplazarlo. El dolor se supera atravesándolo por el medio.
- Refuerza tu espiritualidad y tu sistema de creencias, ya sean religiosas o laicas. Puede ayudarte a reconectar con partes importantes y aportarte serenidad.
- Reencuadra. No olvides que al final, las navidades son unos días del año, y también pasarán.