Un reciente estudio promovido por los Centers forDisease Control and Prevention del departamento de salud y derechos humanos de EEUU, ha constatado que prevenir experiencias adversas en la infancia puede evitar problemas de salud a largo plazo.
Estar expuesto a experiencias traumáticas, produce un estrés en el menor que tiene consecuencias perjudiciales a nivel físico y psicológico, tanto a corto como a largo plazo. A nivel físico se pueden alterar la expresión genética, la conectividad y función cerebral, el sistema inmunitario y el funcionamiento de algunos órganos. También puede aumentar el riesgo de suicidio, adicción al alcohol u otras sustancias, diversos problemas de salud mental, enfermedades cardíacas ,otras enfermedades crónicas y conductas de riesgo para la salud a lo largo de la vida, así como dificultades a nivel social (p.ej. desempleo o situaciones de riesgo de exclusión social).
La prevención de experiencias adversas en la infancia podría tener un amplio impacto positivo sanitario, social y económico.Como formas de prevención se entiende: fortalecer los apoyos económicos para las familias, promover normas sociales que protejan contra la violencia y la adversidad, ayudar a los padres a desarrollar habilidades positivas de crianza, afrontamiento y reducción del estrés (gestión emocional, enfrentar desafíos cotidianos…), aumentar el uso a los servicios de salud para una atención de calidad de los menores, conectar a los menores y adultos en actividades afectuosas (tutorías y programas extracurriculares) y disminuir los daños en menores expuestos a situaciones adversas.
Así pues, prevenir experiencias adversas de la infancia puede prevenir enfermedades crónicas en adultos, depresión, conductas de riesgo para la salud y resultados socioeconómicos negativos.