Unas vacaciones de ensueño, un premio, triunfar en una presentación, conocer a la pareja ideal… Más del 90% de las personas sueñan despiertasal menos una vez al día, imaginando escenarios futuros agradables y conectando con esas sensaciones. ¿A qué puede dar lugar?
El poder de los pensamientos anticipatorios
Según el “alimento” que le demos a nuestra mente, “digeriremos” la realidad de una manera u otra, ya que los pensamientos modulan las emociones. Si pensamos en todo lo malo que nos puede pasar, nos invadirán sentimientos de tristeza, miedo, frustración… De la misma manera, si pensamos en cosas maravillosas que pueden ocurrirnos, de alguna forma ya las estamos viviendo. Y es que los pensamientos anticipatorios tienen una potencia enorme para modular nuestra experiencia.
Muchas veces utilizamos los pensamientos anticipatorios positivos para liberarnos de los problemas cotidianos y conectar con la felicidad o relajarnos. Son pensamientos adaptativos porque nos ayudan a vivir mejor y son mucho más efectivos cuando lo que anticipamos es algo que va a ocurrir en breve y de manera segura.
Tener pequeñas ilusiones y conectar con ellas nos hace a medio o largo plazo más optimistas, más amables con los demás y con nosotros mismos y menos impacientes, por lo que tiene un efecto benéfico en nuestra salud mental.
¿Cuándo puede convertirse en un problema?
Si bien es cierto que anticipar la felicidad nos conduce a un estado mental positivo, puede llegar a convertirse en un problema cuando se vive con más intensidad enla imaginación que en la experiencia real. Esto puede ocurrir porque se ponen expectativas tan elevadas en la anticipación que después ninguna situación puede estar a la altura de lo imaginado. Todo ocurre diferente a como habíamos anticipado y es entonces cuando aparece la decepción.
Repetir este patrón de forma recurrente puede dar lugar a una desconexión entre lo imaginado y lo real, y a una sensación de frustración constante.In extremis, puede dar lugar a lo que se ha denominado “trastorno por ensoñación inadaptada o excesiva”. Si bien por el momento no es un diagnóstico estandarizado en los manuales psiquiátricos oficiales, describe una realidad en la que la persona pasa gran parte del tiempo sumergida en la fantasía y desconectada de su presente, entrando una especie de burbuja en la que pueden llegar a desatenderse responsabilidades, relaciones interpersonales o incluso la alimentación o higiene. Este trastorno es más frecuente en personas que han sufrido vivencias dolorosas o traumáticas en el pasado y han utilizado como estrategia de afrontamiento la evasión de la realidad a través de la imaginación y la fantasía. La ensoñación excesiva puede llegar a generar adicción cuando se utiliza como escape a una realidad que nos hace daño o a la que no encontramos sentido. Si se llega a este punto se hace necesaria ayuda psicológica profesional.
Dosificar como forma de equilibrio
No hay nada malo en la felicidad anticipada siempre y cuando nos permita disfrutar la experiencia real una vez la vivimos y también nos sea posible seguir nuestro ritmo de vida habitual, cubrir nuestras actividades diarias y sentirnos bien a nivel mental.Si es así, simplemente centrémonos en disfrutarla.
Sin embargo, si sentimos que utilizamos la imaginación como “huida mental”, entonces se haría necesario regular ladosis de fantasía y “bajar a la realidad” como una manera de dar contrapeso. Algunas formas de conseguirlo son:
- Detecta qué no está funcionando en tu vida y cuáles serían las alternativas que están a tu disposición para desbloquear la situación.
- Identifica qué estímulos hacen de disparadores de la ensoñación.
- Planifica actividades y trabaja en el control de tu tiempo.
- Busca ayuda psicoterapéutica si la situación te sobrepasa.