El apego es un concepto fundamental en el desarrollo psicológico del ser humano. La manera como se constituyan los lazos emocionales tempranos puede condicionar nuestro equilibrio emocional en la adultez.
¿Qué es el apego?
El apego es el vínculo emocional profundo que se establece entre dos personas y que es consistente en el tiempo y el espacio. La forma en la que constituimos lazos emocionales en la infancia, puede dar lugar a toda un serie de alteraciones psicológicas en la adultez como depresión, ansiedad, ira, trastornos de personalidad, etc. El apego es un concepto universal que se da en todas las culturas. Estamos programados biológicamente para construir vínculos ya que éstos aseguran nuestra supervivencia.
La Teoría del Apego fue formulada inicialmente por J. Bowlby en los años setenta, pero fue ampliada y enriquecida posteriormente por diversos autores.
Tipos de apego
Existen 4 tipos de apego. El apego seguro es el funcional, y dentro del apego inseguro existen tres tipos diferentes:
- Apego seguro (Tipo B).
- Apego inseguro:
- Evitativo o huidizo (Tipo A).
- Ansioso o ambivalente (Tipo C).
- Desorganizado o indiscriminado (Tipo D).
Veamos más detalladamente cada uno de ellos:
Apego seguro:
La figura parental está atenta y disponible a las necesidades del niño, por lo que cuando surgen situaciones adversas, el niño tiene la confianza de que será comprendido y ayudado. Esto hace que se anime a explorar el mundo y vaya así ganando experiencia y desarrollándose. Puede expresar sentimientos positivos y negativos, y se siente aceptado. También siente que pertenece a un sistema familiar.
Este tipo de apego da lugar a adultos maduros, estables, independientes y seguros de sí mismos.
Apego evitativo o huidizo:
La figura parental se relaciona con el niño con una mezcla de sentimientos que van desde la angustia o el rechazo, hasta la hostilidad. El cuidador se siente amenazado por el llanto del niño, al sentir que no cubre sus necesidades y que no controla la situación. Por ello, tiende a negar las necesidades del niño, tomando distancia o forzándole a cambiar su estado emocional, con actitudes controladoras, intrusivas y sobreestimulantes. No lee bien las necesidades del niño o las adecúa a sus propios criterios.
El niño ignora o evita a la figura parental, por lo que aún retroalimenta más el rechazo por parte del cuidador. Se muestra frío con los adultos, tanto o más con las figuras parentales que con otras figuras extrañas. Es como si hubieran asimilado implícitamente que necesitan ser emocionalmente autosuficientes ya que mostrar necesidad de cuidados es respondido con indiferencia o incluso despecio. Se desvinculan e intentaran vivir sin el apoyo y amor de los demás, de manera distante y sin manifestar sentimientos de malestar, miedo o rabia.
Apego ansioso o ambivalente:
La figura parental unas veces está disponible psicológicamente y otras no, unas veces son afectuosos y otras, fríos o distantes. Oscilan entre la desatención y la severidad o hipercontrol. No siempre responden al niño, pero tampoco le rechazan. Esta falta de sintonía emocional hace los cuidados impredecibles o incoherentes, lo que provoca que el niño se sienta ansioso e inseguro con la figura parental ya que no sabe qué puede esperar. Al no poder gestionar esa incertidumbre, se manifiesta ambivalente en la relación: expresa a veces cólera, a veces rechazo o a veces búsqueda ansiosa de la figura parental. Viven mal la separación, manifestando abiertamente rabia, miedo y malestar.
Apego desorganizado o indiscriminado:
El modelo relacional es caótico y cambiante. La figura parental es altamente incompetente y suele presentar patologías psiquiátricas crónicas, alcoholismo o toxicomanías, lo que produce una relación altamente desorganizada. El estilo parental suele ser violento, abusivo e impredecible, pero dado que el niño necesita vincularse para sobrevivir, se genera un potente desequilibrio. Si el niño se acerca, provoca ansiedad a la figura parental, pero si se aleja genera comportamientos hostiles y rechazo.
¿Cómo afecta?
Desarrollar un apego inseguro puede ocasionar múltiples dificultades y patologías en la adultez:
- Dificultades en la regulación emocional.
- Miedos o fobias.
- Dependencia emocional y miedo al abandono.
- Dificultades de socialización.
- Disociación.
- Trastornos de personalidad.
- Distorsión en la percepción e los otros o uno mismo.
¿Cómo repararlo?
Los problemas ocasionados por los diferentes tipos de apego inseguro pueden abordarse en la adultez con el apoyo adecuado.
- Explora tus vivencias dolorosas del pasado en un entorno de seguridad. Si no encuentras figuras de referencia saludables en la actualidad, es importante recurrir a la psicoterapia.
- Explora cómo tus percepciones y expectativas actuales están conectadas con patrones de tu infancia o adolescencia.
- Amplía otros modelos de relación más saludables y equilibrados. Despréndete o pon límites a las relaciones tóxicas.
- Aprende estrategias de afrontamiento y regulación emocional.
- Entrena habilidades sociales.
- Atiende a tu diálogo interno, cómo te hablas a ti mismo.
- Céntrate en tu autocuidado.