La autoestima es la valoración subjetiva que una persona hace de sí misma sobre su forma de ser a partir de sus de pensamientos, sentimientos y experiencias. Es la clave de nuestro bienestar y crecimiento personal, y uno de los conceptos más importantes en psicología ya que está detrás de la mayoría de los problemas o patologías.
Todas las personas tenemos cosas que nos gustan más o menos de nosotros mismos, pero cuando el global de la balanza va hacia lo negativo, es cuando nuestro autoconcepto se resiente. Algunos signos de baja autoestima son:
- Autocrítica constante. Sientes que nunca haces las cosas suficientemente bien.
- No confías en tus propias capacidades.
- Sientes vergüenza o culpa frecuentemente.
- Sobreestimas tus defectos y minimizas tus capacidades.
- Tienes temas pendientes que no te perdonas.
- Te comparas con otros y siempre sales peor parado.
La autoestima se forja fundamentalmente durante la infancia y la adolescencia.
Algunas de las causas de una baja autoestima son:
- Desaprobación de las figuras de autoridad.
- Educación sobreprotectora.
- Padres poco afectuosos o exigentes.
- Desatención durante la infancia.
- Condiciones socioculturales o del entorno (exclusión social, enfermedad grave o duelo de un familiar…)
- Abuso sexual, físico o emocional u otros tipos de abuso como bullying.
¿Cómo mejorar tu autoestima?
- Escucha los mensajes que te das a ti mismo. ¿A quién representa esa voz? ¿Ha habido (o hay) alguien en tu vida que te diera estos mensajes? ¿Y los mensajes positivos?
- Amplía tu foco, contempla tus partes positivas, no sólo las negativas: ¿qué cualidad tuya resaltarías? ¿Qué logros has conseguido hasta ahora? ¿Qué destacan otros de ti?
- Actúa. La autoestima se fortalece a través de acciones. Piensa en qué cosas te gustaría ser diferente y traza objetivos que puedas ir implementando en tu día a día. A medida que vayas cumpliendo tus propósitos, tu sensación de autoeficacia aumentará. Pon tus ojos en el futuro más que en el pasado. Piensa más en lo que te gustaría convertirte que en lo has sido.
- Reconoce tus diferencias intrapersonales. Vamos evolucionando a lo largo de la vida y puede ser que hayan partes de ti en el pasado que te generen rechazo. Lo que fuiste en una etapa no tienes por qué serlo el resto de tu vida. Esa parte tuya ha ayudado en tu desarrollo emocional. No la rechaces, intégrala.
- Valora las experiencias difíciles como no como algo que te marque irreversiblemente sino como un aprendizaje, algo que puede fortalecerte si haces el proceso adecuado. Es posible cerrar heridas. Las cicatrices no duelen.
- Evoca una persona positiva de tu pasado, un modelo de relación agradable y enriquecedor. Piensa en qué te ayudó. Después piensa en qué ayudaste tú a esa persona.
- ¿Qué da sentido a tu vida?¿Qué es lo más importante para ti? Focalízate.
- Respétate a ti de la misma manera que respetas a los demás, no peor.
- Aprende a aceptar aquellas partes de ti que no puedes cambiar.